Nos 410 anos da morte de El Greco
De El Greco [Creta, 1541 – Toledo, 07 Abril 1614), a obra Vista y plano de Toledo (cerca de 1610) pertence ao Museo del Greco em Toledo. Esteve em exposição no Museu do Prado entre 2009 e 2011.
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De El Greco [Creta, 1541 – Toledo, 07 Abril 1614), a obra Vista y plano de Toledo (cerca de 1610) pertence ao Museo del Greco em Toledo. Esteve em exposição no Museu do Prado entre 2009 e 2011.
Em 2015 o Museu Nacional de Arte Antiga teve como obra convidada “A Sagrada Família com Santa Ana” (ca. 1600), do pintor cretense Doménikos Theotokópoulos, conhecido como “El Greco” [1 Outubro 1541 – 7 Abril 1614]. Esta obra pertence ao Museo Nacional del Prado.
A extraordinária série do Apostolado que pertence ao último período de actividade do pintor cretense Doménikos Theotokópoulos, conhecido como “El Greco” [1 Outubro 1541 – 7 Abril 1614] encontra-se no Museu El Greco, em Toledo, cidade onde passou 37 anos da sua vida.
Da visita ao museu em 2014, no âmbito das comemorações do IV centenário da morte, recordo três obras que me arrebataram: São Paulo, São João Evangelista e As Lágrimas de São Pedro.
Hoy se celebra el día de San Antonio de Padua, fraile franciscano del siglo XIII.
Esta es la única ocasión en la que el Greco representó a San Antonio de Padua (1195-1231), una de las grandes figuras de la espiritualidad franciscana. El de Padua aparece en primer término y en imagen de algo más de medio cuerpo, sosteniendo una rama de lirios o azucenas, y un libro abierto sobre cuyas páginas emerge una representación del Niño Jesús. Esta imagen, que haría alusión a la aparición milagrosa del Niño, se inscribe de forma bastante extraña en una suerte de medallón que fue incorporado más tardíamente a la pintura, como demuestra la radiografía de la obra. Hay que tener en cuenta además que la tela procede de un convento femenino, el de franciscanas de los Ángeles, en Madrid; las franciscanas siempre se han caracterizado por la devoción al Niño Jesús. El trazado piramidal, la corpulencia y sentido monumental de la figura, así como la construcción pictórica y el tipo de firma en mayúsculas son características del periodo inicial en España. Via.
“Vê, meu filho: estes olhos sem fundo
fitando o caminhante que este quadro contempla
enquanto apontas aquele corpo alado,
o nobre corpo alado entre rostos e mãos,
são os teus.
Tu és este menino
senhoril e assombrado diante dos senhores.
No teu lenço, minha firma e uma data;
na língua antiga dessa ilha secreta
que me sagrou na luz que não virá ungir-me
escrevi claramente:
“domeniko theotokópoli o fez
1578”.
Não este quadro mas a ti, nesse ano.
Proclamo assim no rigor desta linguagem,
pertença minha como de ninguém,
que te amo sobre todas as coisas:
és a obra mais sonhada e mais gerada
em mim, que existo para minhas obras.
És tão pequeno, não sei quem irás ser,
talvez não te distingas entre quem é turba
e de ti falem só por seres meu filho,
tenham tua face porque segunda vez
te dou a vida neste painel sem preço,
sustendo aí tua carne e sua graça
quando nem se suspeite o lugar de tuas cinzas.
Estes traços e cores, o vasto alento
que de mim pus neste espaço fugaz
irão levar-me longe, onde serei falado
por gentes de hoje que jamais verei,
por outras que o futuro há-de trazer-me.
Mas tu és o meu júbilo íntimo,
a mão que estreito, o corpo que adormeço
enquanto eu vivo for, corpo de mim.
Que me importa a minha obra,
importando-me muito mais que tudo, sempre,
que me dá o meu génio, dando tanto,
– se valores vãos contigo comparados,
embora os louve para dourar meu vazio?
Minha sombra ir-se-á puindo como sombra,
de nada servirá minha ambição
de querer permanecer e eternizar-me
contra o tempo feroz, dissimulado.
Alguns séculos que resistam minhas telas
ante a erosão dos juízos e dos astros
serão apenas um soluço irremível.
Mas em ti continuarei, no testemunho
que entregarás aos filhos dos teus filhos,
que o perpetuem de geração em geração:
em sua palavra em sangue a ansiar vida,
no que de ínfimo façam, pois o homem
– seja quem for – só faz coisas mesquinhas,
estarei, então um nome, ou já nem isso.
Tudo o que não sejas tu agora é nada.
in Silabário, de José Bento – Relógio D’Água, 1992
El visitante del Museo del Prado podrá admirar en sus salas esta singular obra de El Greco, Vista y plano de Toledo, en la que el pintor –a diferencia de los fragmentos representados en otras obras- muestra una imagen múltiple de la ciudad: además de la vista en perspectiva de la misma, la pintura incluye un plano detallado del entramado urbano, ofrecido al espectador por un joven pintado con la factura deshecha característica de la época final de El Greco. La complejidad de la visión incluyó además una alegoría del río Tajo –la escultura dorada que vierte el agua y la prosperidad- y la imagen religiosa más significativa del lugar: la Virgen imponiendo la casulla a San Ildefonso. Por otra parte, destaca la situación del Hospital de Tavera, apareciendo sobre una nube, en referencia explícita al administrador del edificio, Pedro Salazar de Mendoza, amigo del pintor y probablemente autor del encargo de la obra.
Con el fin de ilustrar la presencia de Toledo en muchas de las obras más emblemáticas de El Greco, la Vista y Planos exhibirá en la sala 8A, que se suma provisionalmente a las dos salas permanentes dedicadas al artista en el Prado, acompañada por otras tres pinturas del pintor: San Sebastián, San Andrés y San Francisco y San Bernardino; ésta última propiedad del Museo del Prado pero depositada en el Museo del Greco (Toledo) desde la apertura del mismo y recuperada temporalmente con motivo de la restauración arquitectónica del edificio, al que regresará cuando se reabra. Durante su instalación especial en esta sala, las tres obras cuentan con sendas cartelas adicionales en las que se indica qué edificios emblemáticos de la ciudad aparecen representados en cada una, como el castillo de San Servando, el puente de Alcántara, el Alcázar, el monasterio de San Bartolomé o la capilla de Montero, hitos urbanos que el público podrá buscar e identificar también en la Vista y plano de Toledo.
Picasso recurre en numerosas ocasiones a El Greco, uno de sus pintores preferidos, en un regreso a sus raíces españolas. Lo hizo en la pintura, como en estos grabados, y lo hizo en una obra literaria titulada precisamente “El entierro del Conde de Orgaz”.
Picasso admiraba la obra de El Greco, especialmente el cuadro
‘El entierro del Conde Orgaz‘, cuadro al que dedicó este libro, que compuso entre 1957 y 1959 cuando Picasso ya andaba metido en los 80 años